PROGRAMAS SOCIALES Y SERVICIOS PÚBLICOS, PRIORIDADES DEL NUEVO GOBIERNO

Momentos en que el alcalde saliente de Ariguaní, Rivelino Mendoza Ballestas, imponía la banda de mandatario al empresario Carlos Eduardo Castilla Baena.

Carlos Eduardo Castilla Baena, fue investido este domingo en la nueva sede principal de la I.E.D “Simón Bolívar” (antiguo colegio blanco) como nuevo alcalde de Ariguaní, constituyéndose en el trigésimo segundo burgomaestre desde que Ariguaní se convirtiera en ente territorial en 1966 y el décimo a partir de la elección popular de mandatarios en nuestro país.

Carlos Eduardo Castilla Baena alcanzó esta primera magistratura municipal tras la contundente aprobación del pueblo de Ariguaní, tal como se evidenció en las pasadas elecciones de autoridades locales, donde  superó, en representación del Partido Social de Unidad Nacional, a sus opositores por un amplio margen.

El gran gestor de la campaña “Hay Motivos para Creer”, nació en El Difícil el 26 de noviembre de 1974, en el ejemplar hogar que forjaran, Rúgero Alfredo Castilla Díaz y Teresa Baena Meza. Es nieto de uno de los pro hombres de Ariguaní, don Juan Antonio Baena España, quien con su sobrepujante actitud y desbordado altruismo hizo posible, en el cargo de tesorero y junto a otro puñado de voluntades, que en El Difícil se encendiera la “chispa” de la corriente separatista que finalmente produjo que Ariguaní sea la tierra de ensueños que hoy es.

En su genealogía avistamos algunos pioneros, como su bisabuelo, Eugenio Baena Aroca, quien en la década de los años cuarenta, después de llegar de Estados Unidos y haber trabajado en la Cervecería Águila en Barranquilla, estableció las primeras fábricas de jabón y gaseosas en El Difícil.

Eugenio Baena Aroca fue hijo de Juan Baena y Eustaquia Aroca de Aguas, ésta última, hermana de madre, de otros colonizadores de El Difícil y sus alrededores como Bartolo y Gregorio Tovar de Aguas, de donde surgiera la familia Barrios Tovar.

Por el lado materno, nos corresponde hablar de hombres de la talla de Genito Meza Anaya, que en el hogar formado con Teresa Gámez De la Hoz, naciera su querida abuela, Josefa Meza Gámez. De allí surgió la vocación ganadera que hoy discurre exitosamente.

Pero el presente avizora el futuro, y de él, tenemos indefectiblemente que hablar, porque también Carlos Eduardo Castilla Baena, se debe al hoy, a las joyas que están a su alrededor, las que le animan cada día al esfuerzo supremo de cumplir con su misión de hombre hogareño, fraternal, virtuoso y progresista.

Es el momento justo para hablar de Norelys Peñaranda, su esposa, y sus hijos: Angélica María, Carlos Eduardo y Laura Sofía; un hogar acrisolado por el don del amor, el trabajo en equipo y la intuición.

Es igual de admirable, el tesón y la unidad que se deja ver al lado de sus hermanos: Juan Carlos, Rúgero Alfredo y María de Jesús, tres baluartes para hacer realidad el sueño de su padre, terminar un mandato que honre aquella memoria lúcida que Ariguaní perdió por cosas del destino.

Ahora más que nunca y viendo todo ese mosaico genealógico y de reconocible superación, alcalde, usted está llamado ineludiblemente a hacer historia; porque de cierto, nada en la vida es casual, sino que todo está predeterminado para quien se le ha conferido la luz.

Desde que se vinculó al sector productivo regional, tras alcanzar meritoriamente el título como médico veterinario en la Fundación Universitaria San Martín, le hemos conocido su visión del mundo y la concreción de su emprendimiento.

Sólo esperamos que Dios lo ayude a cristalizar lo que pregonó en su campaña: ser un hombre honesto, culto, humilde, sencillo, trabajador, digno, eficaz, y con muchos principios, porque realmente es una buena base para el progreso de nuestro municipio, para forjar un Ariguaní con oportunidades laborales para todos, con servicios públicos eficientes, mayor cobertura del régimen subsidiado de salud y calidad educativa, entre otras prioridades.

Deseamos que Dios, representado magistralmente por los hijos de luz en el Ojo Panóptico en la Cúspide de la Pirámide, lo convierta en el obrero iluminado de la inteligencia constructora del universo.

Desde Ariguaní al Día le auguramos éxitos, porque:

“Nada es tan fuerte como una idea, y nada puede detener una idea, a la que que le ha llegado su día”.

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