NIÑOS CALLEJEROS O LOS HIJOS DE NADIE

....Un punto pendiente en la política social

Lo que en otro tiempo era uno que otro caso aislado y sin ninguna trascendencia social, hoy en día la existencia de niños callejeros ha despertado la preocupación ciudadana y de las autoridades, por la proliferación creciente de este singular fenómeno en Ariguaní.

Aunque la situación no es tan grave como en los grandes centros urbanos, donde el ‘gaminismo’ se ha convertido en un verdadero dolor de cabeza, algunos entendidos en materia social creen que falta muy poco para llegar aquí a ese comprometedor extremo, justo cuando un menor callejero pasa a ser un habitante consuetudinario del asfalto y luego un muy probable indigente.

LEONOR SURMAY
La primera alerta en ese sentido fue puesta en escena por la psicóloga, Leonor María Surmay Teherán, en el marco de los diagnósticos sectoriales que ha elaborado desde la Oficina del Adolescente en la cabecera municipal, la cual se encuentra adscrita a la ‘ESE Hospital Alejandro Maestre Sierra’.

La profesional dice ver con preocupación el aumento paulatino en la cantidad de infantes, pre y adolescentes, que deambulan por las calles de El Difícil sin ley alguna y organizados en “manadas” o “parches”, causando todo tipo de estragos a su paso, y en el peor de los casos, metiéndose a los patios ajenos para a robar frutas en cosecha, animales domésticos y cualquier otra cosa que los dueños de la vivienda hayan dejado olvidada.

Según la asesora de la Oficina del Adolescente, aunque todos esos menores duermen en casa, se les da por pasar todo el día en la calle, a raíz de que no encuentran unos padres capacitados para atenderle adecuadamente o han perdido el control sobre ellos después de haberlos utilizado o explotado en actividades económicas que van desde la mendicidad hasta la venta modesta de artículos o productos tradicionales.

Lo que inquieta es que a pesar de que en algún momento los niños y niñas contribuyen con la economía familiar, no asisten a la escuela y pierden lo mejor de sus años en esta sombría condición.

El peor de los temores para la funcionaria, es que con el tiempo los menores engrosen las comunidades de drogadictos dedicados al robo y más tarde ser presa fácil de la delincuencia común o grupos armados al margen de la Ley.

¿SOBRE QUIEN RECAE
LA RESPONSABILIDAD?

Para la psicóloga, la responsabilidad sobre este fenómeno creciente recae más que todo en los padres.

“Es mi deber moral –en primera instancia- y por supuesto profesional, hacer un llamado a la conciencia de esos padres, porque son los responsables directos de las acciones de sus hijos”, tal como lo expresó.

Dijo que “lastimosamente analizo la disfuncionalidad familiar de El Difícil y el panorama no es muy alentador, por cuanto hallamos hijos dejados a la custodia de abuelos, tíos u otros familiares, ya sea que los padres no se pudieron comprender y se han separado, porque deben trabajar en fincas o en otras ciudades y los dejan al cuidado de otras personas totalmente permisivas y con modelos de crianza por demás equivocados”.

Cree que más allá de las situaciones de extrema pobreza en que viven muchas familias o las necesidades laborales imperiosas para ambos padres, es evidente también que en este tiempo han cambiado los roles y la manera de enfocar las responsabilidades frente a los hijos.

“Se ha pasado de un modelo bastante estricto –el de los abuelos de antaño y algunos padres- a uno demasiado flexible y permisivo en donde no se encuentra por ningún lado la línea divisoria entre quien es el padre y quien es el hijo, derivando tal situación en desavenencias y el temprano abandono del hogar”, puntualizó.

La intervención oportuna e interdisciplinaria de las autoridades en Ariguaní podría evitar que los niños de la calle sigan como víctimas olvidadas del Estado frente al abuso, negligencia y explotación por parte de adultos inescrupulosos.

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