Aún bajo el impacto psicológico que le produjo el ser reclutado de manera abrupta y con evidentes quebrantos de salud como consecuencia del maltrato recibido y la larga caminata que tuvo que emprender, apareció en El Difícil Luis Eduardo Aguilar Martínez, ciudadano que fue reportado extraviado por sus familiares luego de ser alistado a la fuerza por un contingente del Batallón Córdova el pasado 15 de agosto en esta localidad.
Luis Eduardo Aguilar Martínez confirmó a la prensa que si fue objeto de atropellos por parte de los uniformados que lo trasladaron hasta Santa Marta, donde inclusive permaneció “sin agua y sin comida” durante el tiempo en que lo retuvieron.
Su versión a los medios de información coincide con la declaración juramentada que entregó a la Personería Municipal de Ariguaní, donde fue llevado por sus familiares para que se conociese el estado deplorable en que llegó, sobre todo por la fuerte deshidratación, notoria inanición, dolores en las extremidades y un recrudecimiento de su afección en la columna vertebral.
DIAS DE CALVARIO
En medio del sollozo que le producía recordar esos momentos vividos durante los días que permaneció en el ejército, Luis Eduardo Aguilar Martínez considera que experimentó un absoluto “calvario”.
Todo comenzó para él en la mañana del pasado 15 de agosto cuando con dos amigos iba para una tienda a cumplir un mandado, de pronto –según su relato- unos soldados se bajaron de un camión tipo turbo, los persiguieron , los tomaron a la fuerza y sin mayores explicaciones los embarcaron con rumbo desconocido.
Aguilar Martínez pensó que se dirigían a Valledupar, dado que en la primera semana de agosto un piquete del ejército bajo el mismo “modus operandi” se había llevado dos camiones repletos de muchachos hacia la capital del Cesar.
FUE TRATADO COMO UN PERRO
El afectado confesó que además de mantenerlo incomunicado en todo momento, jamás escucharon sus suplicas encarecidas para que le dieran siquiera un poco de agua, más allá que el hambre había hecho mella en su humanidad.
Lo más doloroso para él fue que tras comprobarse mediante un examen médico que no estaba apto para el servicio militar, haya sido echado del Batallón Córdova como si se tratara de un animal.
“Nos echaron a punta de insultos y dijeron que nos fuéramos como pudiéramos, como si nosotros fuéramos unos perros”, enfatizó el malogrado recluta.
Dijo que de la puerta del Batallón Córdova, él y 11 compañeros más tomaron carretera con dirección a Ciénaga, pero que a mitad de camino se dispersaron por temor a ser reclutados de nuevo o que alguna otra autoridad fuese a pensar que se trataba de una banda de delincuentes.
Tras esta decisión de la mayoría del grupo fue él quien resultó más perjudicado, porque debido a sus problemas mentales se desorientó rápidamente. Algunos alcanzaron a pedir aventones y lograron salir de la zona rápidamente montados en las “mulas”, pero que a él le fue difícil conseguir un chance por su notorio decaimiento.
UN BUEN SAMARITANO
Como pudo llegó a Ciénaga y de ahí tomó rumbo a Tucurinca, donde un buen samaritano se condolió de su historia y lo embarcó en un camión recolector de leche que conducía.
Dijo que de no ser por esta persona no sabría decir a donde hubiera parado, ya que muchos también lo esquivaban por su corte militar, pensando que tal vez se había escapado de las filas castrenses.
Ya en Bosconia pudo respirar aliviado y de ahí un conocido lo trajo hasta El Difícil, donde sus familiares al verlo experimentaron sentimientos encontrados. Por un momento el llanto era producto de la felicidad porque estaba vivo, pero en ocasiones, las lágrimas son el resultado de la injusticia que inesperadamente le ha tocado experimentar a un ser humano que nunca quiso conocer el mar en tales circunstancias.
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