CARNAVALES: CRÓNICA DE UN FINAL ANUNCIADO

ECO CIUDADANO
Por: Robert Atencia Morales
Algunos antropólogos han dicho que el Carnaval es una fiesta de inversión social, en la que los pobres se sienten ricos y los poderosos trabajan al servicio de los habitantes de los barrios más pobres. De acuerdo con esta tesis, esta inversión funciona como una válvula de escape que alivia tensiones sociales y permite el mantenimiento del statu quo.
Mas sin embargo, si trasladamos esta visión antropológica a lo que experimentamos en El Difícil a propósito de la celebración de estas “fiestas”, estaríamos desnaturalizando la concepción humanística de su génesis.



Desde sus inicios en lo que comúnmente denominan pre carnavales, se suscitaron multiplicidad de hechos que atentaban contra la integridad y tranquilidad de la sociedad, pero aferrados en posiciones fabulosas, que suponen la “defensa de la cultura”, se continuó con el desarrollo de los espectáculos propios de esta conmemoración, sin medir la actitud de un puñado de desadaptados que le apostaron al caos.
Aun más, se ha vuelto costumbre en Ariguani y especialmente en El Difícil responder con hechos desmedidos cuando no se está de acuerdo o disconforme con cualquier situación y decisión, esto es muestra fehaciente de la subcultura en la que estamos sumidos los pueblos de Colombia, donde la intolerancia se ha constituido en elemento esencial de la cotidianidad, olvidando que aprender a vivir en medio de las diferencias es por consiguiente la identidad de un mundo culturalizado, donde debe primar el bien común por encima de cualquier pretensión particular.
Los hechos registrados durante las celebraciones carnestolendas, son un indicador serio de una gran problemática de conducta social que la administración y los organismos responsables de la seguridad y defensores de los derechos humanos no pueden mirar como situaciones aisladas, sin que ello no genere un proceso de reflexión que permita adelantar acciones tendientes a concienciar y persuadir a la comunidad acerca de la importancia de la convivencia en medio de la pluralidad de pensamientos y sentimientos, porque mas allá de una celebración o euforia momentánea esta el respeto por la integridad personal
Preocupante debe ser para quienes administran el municipio y organizan actos públicos en El Difícil, el hecho de que el fuego se haya convertido en un aliado perfecto para quienes en situaciones reprochables y censurables desde todo punto de vista, han querido manifestar su inconformismo generando pánico y desmanes en distintos espectáculos públicos de nuestra municipalidad, debido a que este comportamiento impulsivo se asocia con lo que los entendidos llaman psicología de masas y podrían desencadenar sucesos lamentables para la historia del pueblo
Si analizamos los conceptos existentes sobre Cultura apreciamos que las situaciones presentadas en El Difícil, particularmente en el cierre de los carnavales desdibujan nuestra cultura y deterioran la imagen y las sanas costumbres del pueblo que en otrora servían de reconocimiento social; una o dos décadas atrás estas prácticas se vivían en medio de la fraternidad y el respeto donde primaba la diversión y el jolgorio, actualmente cuando la educación ha podido llegar a mayor número de personas, donde la juventud ha pasado por centros educativos y muchos se encuentran formándose como ciudadanos de bien, nos vemos avocados a hechos lamentables como los presentados en la ceremonia de coronación de la reina popular de los carnavales en El Difícil.

Suspender los espectáculos como lo expreso el alcalde municipal, es una buena medida pero si no se acompaña de un proceso de formación y concientización social, el día que hagan un evento puede ser lo mismo o tal vez peor porque recibirán un “castigo” sin el complemento persuasivo; se requieren transformaciones de fondo para la organización y la realización de eventos públicos en nuestro municipio.

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