Duelo en la escuela del son

por la muerte de Kiko Rada


UN ACORDEÓN reposó durante todo el sepelio sobre el ataúd de
Francisco ‘Kiko’ Rada Molinares, artista ariguanense cuyo
homenaje póstumo se constituyó en una sentida despedida
de los artistas y las autoridades para quien fuera uno
 de los mejores exponentes de la cultura municipal.


Tras una penosa enfermedad metabólica que en los últimos días lo llevó a estar bajo cuidados intensivos en un centro asistencial de Valledupar, dejó de existir el destacado acordeonista ariguanense, Francisco Manuel Rada Molinares, más conocido entre amigos y familiares con el apelativo de ‘Kiko’, quien abanderó la tercera generación de intérpretes de la dinastía Rada, a su vez forjadora del ritmo del Son como formato originario del género vallenato.

El fallecido artista era hijo de Francisco Rada Ortiz (Pachito) y nieto del juglar Francisco Rada Batista (Pacho Rada). Su muerte ha causado enorme pesar en la sociedad en general, pero especialmente en el círculo musical, donde su huella ha sido tan apreciada como la de sus antecesores.

‘Kiko’ Rada fue sepultado ayer en El Difícil en medio del reconocimiento de sus colegas, la admiración de la sociedad por la forma estoica como soportó la enfermedad y los honores de las autoridades por su aporte a la cultura regional.

Aunque su carrera musical no fue tan brillante como la de su legendario abuelo y destacado padre, se le abona meritoriamente la gran expansión del Son entre las nuevas generaciones. 

De acuerdo con sus biógrafos, Kiko Rada alcanzó a los quince años una inusitada destreza en el acordeón de la mano de su progenitor, llevándolo a conformar por exigencias del público una primera agrupación al lado del compositor Guillermo Antonio Sierra Padilla, también fallecido.

Junto al cantautor Miguel Herrera gestó una muy solicitada pareja que por su estilo fue bautizada por el público, como ‘Los Zuleticas del Vallenato’, dado que la ejecución musical fue muy similar a la forjada por Poncho y Emilianito.

Posteriormente se une a los cantantes Néstor Martínez, quién lo acompañó en repetidas ocasiones en Codazzi (Cesar) y Omar Meza, el cual llegó hasta El Difícil para formalizar dicha unión y luego hacer carrera en la agrupación de su tío Alberto Rada Ospino.

Su mayor recorrido artístico lo gestó al lado del colombo-italiano, José ‘Pino’ Manco Esgarra, con quién graba un disco de 45 rpm en el año 1.979, incluyendo los temas "Mi Serenata" de ‘Pachito’ Rada y "Morena Vallenata" de José Ramón Fuentes.

En el año de 1986 realiza la grabación de su primer LP, titulado "Por Amarte Tanto". En 1995 lanza el LP titulado "Una Voz y Una Dinastía" en el que es invitado el maestro ‘Pachito’ Rada. Para 1996 coloca a consideración del público la producción titulada "Canto Parrandero", en la que participa como invitado su abuelo ‘Pacho’ Rada.

En el año 2002 despega el álbum "Donde Quiera que Vayas". Más tarde en el año 2006 acompañado en la voz de Pino Manco lanza al mercado el álbum titulado "Rescatando El Folclor". Su acordeón se hizo sentir nuevamente en el año 2008 al lado de Héctor ‘El Gringo’ Barrios Martínez, por medio de la producción "Princesa Encantada".

Tal como lo expresaron sus allegados, la fortaleza musical de ‘Kiko’ Rada no sólo se limitó al acordeón, sino que también dejó ver su faceta como compositor, al tiempo en que se desempeñó como instructor en la escuela de acordeones en la Casa de la Cultura ‘Jaime Jordi Sannoguera’ en el corregimiento de Pueblo Nuevo (Ariguaní), plantando la semilla que le permitió recoger una fértil cosecha de nuevos talentos para el acordeón.

A Francisco Manuel Rada Molinares le sobreviven su esposa, Miriam del Carmen Ríos Barrios, y tres hijos, a saber: Abner de Jesús, Francisco Alberto y Rosa María, sin que ninguno de ellos siga la brecha musical abierta por su padre y sus antepasados.