COLUMNA DE OPINIÓN

A DARÍO GÓMEZ BALLESTAS




POR: DR. ALEJANDRO BADITH MAESTRE DAU.
ABOGADO



Hoy la tristeza nos embarga por la pérdida de un amigo tan querido como Darío Gómez Ballestas; un amigo como José Manuel Díaz y la talla de ariguanenses grandes de corazón como Pacho Rada, Arturo Cabarcas y Maximio Visbal; del talante de coterráneos como Ricardo Maestre, Nemer Tettay, Miguel Herrera, Jesús Ocampo, Luchito Daza, Ramón Lemus, Juan López (Juancho Paulino), Rafael Ríos Barrios, Armando Andrade Ospino, Próspero Ospino, Nicanor Vega Barrios, Jorge Vega Barrios, Anuar García, y otros que en estos momentos se me escapan, que han y están colocando en alto la cultura de nuestro pueblo.

Se nos fue un amigo que nunca perdió su identidad de pueblo en especial de esa región del centro del Magdalena, en donde tuvimos influencia de los pueblos del Cesar y de La Guajira como de los pueblos de las sábanas de Bolívar, Sucre y Córdoba.

Hoy recuerdo en mi época de universitario cuando inicie mis estudios de abogacía en la Libre de Barranquilla, el comienzo de su sección en Cheverísimo, “Las Vainas de mi Pueblo” que hacía con el hoy también desaparecido amigo plateño Rafael Díaz, dando a conocer en ese momento el lenguaje y las costumbres autóctonas de nuestro pueblo, y nos quitó ese complejo que sufríamos muchos de los que a muy temprana edad salimos a estudiar fuera del Difícil y nos trataban de corronchos. Él con su grupo de amigos humoristas recorrían los lugares más apartados de nuestra región caribe, llevado ese mensaje de alegría representando a personajes como “buñuelito”, hacía de borracho y el papel de campesino costeño que lo llevo a su más alta cúspide actoral.

Era ese, un papel que identificaba al campesino de la región caribe, ese que se encuentra desde Córdoba hasta la Guajira, que sagradamente todos los sábados a las dos de la tarde prendían su televisor y sintonizaban a Telecaribe, para ver a Cheverísimo en donde aparecía el personaje favorito de estos campesinos, al igual que el de nosotros los dificileros en donde al llegar el lunes a nuestras clases los compañeros, en parte inocentes citadinos, nos preguntaban si era verdad que una yuca atravesaba al rio Magdalena y que las gallinas comiéndose a esa yuca cruzaban dicho rio, esto hizo a este programa alcanzar sus más altos niveles de rating, ya que no sólo lo veíamos los provincianos si no que los citadinos lo esperaban sábado a sábado, principalmente a esa sección. A raíz de este mismo programa se puso de moda una singular frase para cuando se echaba una gran mentira o se exageraba cualquier narración:“te va ja mamá un planazo”.

Luego del deceso de su amigo y compañero Rafael Díaz, utilizo el mismo nombre de “las vainas de mi pueblo” en un programa radial de la muy famosa emisora en nuestra región: Radio Libertad, programa que era muy escuchado por el campesinado caribeño, en donde vía mensajes de texto de sus teléfonos celulares, le escribían al gordo de Cheverísimo, como era popularmente conocido, para que él les mandara un saludo y hasta les inventara un chiste en donde los nombrara.

Pero además de su gran talento como humorista, Darío era un gran folclorista del vallenato; sentase a hablar con el de vallenato era escucharlo o tener muy claro el tema para poder entrar a una discusión. Me atrevo a decir, y que me corrijan si no es así los amigos que conocieron su discoteca personal, que tenía más de mil discos compactos (creo que me quedo corto al poner esa cifra, pero de pronto él desde el cielo me puede “pegá un planazo”); era un excelente anfitrión, un excelente amigo, aunque había momentos en que el impulso lo llevaba a decir cosas de las que después se arrepentía.

La verdad es que en una tertulia con sus amigos y hermanos sentados en la puerta de la casa de su cuñado Joaquín Hernández, estas líneas no serian ni siquiera la introducción de una conversación de todas las anécdotas vividas e inventadas de nuestro amigo Darío Gómez Ballestas, quien vivirá en nosotros, porque siempre habrá una historia, un chiste o una frase autóctona del gordo.

Que lástima que ante esa triste noticia no le pude decir a quien me lo informó: “te va ja a mamá un planazo”.

Paz en tu tumba hermano dificilero.


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