A PROPÓSITO DE LAS CORRALEJAS
EN EL DIFÍCIL


Por: JOSÉ MANUEL DÍAZ
OPINIÓN

Con la suficiente autoridad que la experiencia me brinda, por mis años como miembro de muchas juntas de festividades patronales y uno de los primeros impulsores de la Feria Ganadera de El Difícil, tanto por la reconocida trayectoria en la crónica taurina y haber hecho parte de aquel puñado de voluntades que acompañó al exalcalde Andrés Palmera a inaugurar la Plaza de Eventos que lleva el nombre de su familia, creo que ahora más que en cualquier otra época es importante darle a la gente suficiente ilustración para un debate calificado y no se actúe irreflexivamente frente a la decisión que han tomado las autoridades para realizar este año corralejas en derredor de las Fiestas del Santo Cristo.

Ante esa ya anunciada decisión del presidente, Iván Peñaranda Peña, de construir palcos esta vez, es preciso salirle al paso a la matriz de opinión que está tomando curso entre los habitantes y que parece poco a poco convertirse en la más gigantesca de las falacias.

Bajo el supuesto de que al no utilizar la Plaza de Eventos de Vila Palmera, se está atentado contra un patrimonio cultural y lo público, es intentar encubrir una serie de verdaderas razones que a la postre trae más perjuicio que beneficio; inclusive creemos que darle paso a las corralejas, no es otra cosa que un llamado para repensar el objeto social de esa plaza que la propia gente paradójicamente ha ayudado a destruir.

Por eso no podemos exigirles de manera categórica a las autoridades y a la junta que inviertan en una plaza y la cuiden, cuando en realidad el mismo pueblo ha demostrado no quererla cuando la destroza cada año.

La inversión de 30 millones de pesos para el arreglo de unas paredes, acondicionamiento de gradas y baños (según el promedio de la destinación por cada año en los últimos tres lustros), se ha convertido en el más absurdo de los absurdos, porque no demoran en terminarse las adecuaciones cuando la gente está husmeando para detectar la parte más débil de la estructura para volarse, así sea, en los días completamente gratis.

Mayor frustración produce la algarabía entre el público cuando las cantidades alarmantes de gente logran burlar la seguridad, algunos con poder adquisitivo y con buena pinta, arriesgándose por entre los alambres de púas y por encima de los toros hasta llegar finalmente a puestos de preferencia en los tendidos a disfrutar de las corridas y con la satisfacción de haber burlado una vez más el cerco que impone la decencia.

Por este portón tirado al suelo entraron más de 2.000 
personas en 2012 sin pagar un peso.
No es lógico que una fiesta, que exige un presupuesto por el orden de los 120 millones de pesos en la actualidad, esté condenada al fracaso a lo largo del tiempo y siempre dejando en deuda a sus organizadores, sólo porque determinados sectores entre la población lamentablemente aceptan o participan de esos “chorros” de aprovechados en cada tarde de toros, lesionando en consecuencia un espectáculo cuyo único fin es divertirnos a todos.

En 17 años de existencia de la plaza, si no estoy mal, ningún ciclo taurino ha dejado dividendos ni comunidad alguna ha sido beneficiada con la donación de un parque, puestos de salud o mejoramiento de escuelas; repito, todo porque los eventos taurinos arrojan pérdidas por lo permisiva que ha sido la sociedad con ese público inconsciente que ingresa sin pagar unas módicas boletas, quizás las más baratas entre todos los festejos que se dan en la región.

El arquitecto Amaury Mendoza Ballesta, quien ha fungido en las dos últimas juntas como secretario general de las Fiestas Patronales, reveló algo que es realmente impactante por los extremos a que han llegado los desadaptados. Ha contado que de la propia plaza desparecieron después del último día de toros en el 2012, y en un santiamén, docenas de varetas que fueron arrancadas de las torinetas, el cableado eléctrico y los baños recién adquiridos para la comodidad de la gente durante el ciclo taurino.

¿Tendrá sentido todo eso? Creemos que no. 

Por eso nos identificamos con la posición asumida por el alcalde y el presidente de las festividades en dar un salto sobre la eterna disyuntiva; es decir, escoger entre  mantener a la gente contenta para que todo siga igual como siempre o tomar el toro por los cuernos, asumir autoridad y no permitir que se imponga la voluntad de unos pocos que quieren disfrutar de la fiesta pasando de agache a sabiendas de que la Plaza de Eventos de Villa Palmera sigue siendo por sus falencias el peor colador de los recursos públicos destinados a la cultura.

Pienso que darle respiro a la Plaza de Eventos, como dije en un principio, ayuda a repensar su objeto, porque en el fondo el problema es de Educación, de conciencia colectiva sobre la correcta apropiación de lo público, del respeto por el patrimonio cultural. 

El que se hagan corralejas no implica abandonar el legado del extinto alcalde Andrés Alfonso Palmera Anaya, sobre el cual algunos estratégicamente se han escudado para hacer populismo mediático o proselitismo político a costas del bolsillo de quienes por mera afición se ponen al frente de este tipo de festividades.

Honrar la memoria de tan ilustre mandatario, es que todos pongamos de nuestra parte, desde la respectivas administraciones, los gestores culturales, la afición taurina y un público en general que pasmonamente ve como un escenario tan brillantemente concebido se utiliza a duras penas una vez al año y con tan deplorables resultados. Aún más, es también la hora de no verlo convertido en un provisional basurero a cielo abierto, porque ante la falta de cultura ciudadana, no son pocos los que arrojan desperdicios en sus alrededores, contaminando y afeando el entorno.  

También incumbe a los políticos, especialmente aquellos con representación en la Asamblea, ya sean oriundos de Ariguaní o con intereses en esta municipalidad, para que junto a los concejales se formalice una declaratoria de patrimonio cultural y se articule un proyecto de salvamento que mejore las instalaciones y le dé un uso colectivo apropiado a este escenario. 

En lo único con lo que no estamos de acuerdo es que se persista en que se hagan las corridas de toros en Villa Palmera, sugiriéndose para el efecto que la Junta implemente un cercado de chivos con ocho (8) hilos de púas alrededor de la plaza para que la gente no se cuele. O como propuso alguien: extender un cableado energizado por encima de las paredillas para que al menor contacto alguno quede electrocutado y el resto coja miedo. Eso no nos parece bien. Como tampoco sobrepujar los gastos incrementando el pie de fuerza de la policía y Ejército, cuyos miembros terminan haciendo el ridículo, claudicando y la mayoría de las veces recibiendo hasta $ 2.000 por dejar entrar a la gente por los huecos que han sido abiertos en cuatro o cinco puntos de la plaza.  
  
Comparto la idea de estas corralejas porque se nos ha trasmitido la idea de forjar un estamento que a su vez impulse la autosostenibilidad de este tipo de programaciones culturales, por cuanto se busca concretamente una fórmula donde combinen la calidad y la seguridad organizacional hasta que la Plaza de Eventos y la sociedad estén preparadas para un retorno exitoso a Villa Palmera.

No se puede seguir perdiendo plata y cargando deudas de fiestas anteriores. Apenas a la sociedad Agropecuaria Amigos Asociados (Triple A) se le ha quedado debiendo desde el año pasado cerca de 20 millones de pesos por el juego de sus toros, a raíz de que el ficticio “lleno total” del que muchos se sintieron orgullosos, no dio para cubrir los compromisos con esa y otras ganaderías contratadas. El solo presidente gastó siete (7) millones de pesos, prácticamente irrescatables, pero que afortunadamente parecen no haber hecho mella en su entusiasmo para medírsele de forma valiente este otro año a las festividades de su Santo Patrono.

El presidente lo ha enfatizado: si se traen ganaderías de lidia reconocidas o de gran cartel, así como agrupaciones de la talla de Villazón, Martín Elías, Los Betos o Silvestre Dangond, debe asegurarse al menos los recursos para costearlas. Por favor, ese dinero no debe salir del erario ni de las arcas de nadie en particular. Estoy de acuerdo en que si la gente quiere calidad, debe pagar, debe contribuir. O si no, conformémonos con los “teloneros”, con agrupaciones de quinta; porque si no hay apoyo económico oficial ni un ganadero que se les mida a las Fiestas del Santo Cristo, preparen las abarcas porque lo que viene es fandango, tal vez los toros jugados en Nueva Granada y un par de “triqui traquis”. 

PERO OJO, es muy preciso invitar a la gente a que haga sanos debates en torno a situaciones como éstas. No está bien que se ande por las calles subrepticiamente insinuando o invitando al caos, amenazando con incendiarios, a raíz de que todo en El Difícil se soluciona quemando oficinas públicas o la casa del alcalde.

Los invito a no caer en el estado patológico de mostrase siempre en desacuerdo con las ideas ajenas, solo por pretender demostrar que se tiene la razón a pesar de estar equivocado.
 
"El Hueco de Las Palmas": Este no le falla a los desadaptados

1 comentario:

  1. Comparto lo aquí expuesto, es hora de que la comunidad tomé conciencia social y se fije en que al momento de atentar con este patrimonio en nuestro municipio lo que hacen es acabar con la costumbre (fiesta) que se vive año tras año en este lugar; que tristeza que la comunidad de El Difícil no se de cuenta de los daños y deudas que dejan al burlar la organización de estas fiestas.

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